martes, 28 de julio de 2015

Noche de estrellas

Empezaré diciendo que hace menos de dos semanas vivimos un día muy importante y especial: mi hermana pequeña se casaba. Este post va dedicado a los vestidos de la madre de la novia y damas de honor. Por supuesto el de la novia, irá en un post aparte que podréis ver más adelante.

Corría el mes de febrero cuando ya tenía las telas compradas, diseños en mi mente justo para plasmarlos en papel. De pronto hay un cambio, además del reto personal de diseñar todos los vestidos para una boda tan importante, recae el peso de  saber que mi otra hermana está embarazada, por lo que había que cambiar el diseño rápidamente, sin saber, por supuesto, las medidas que finalmente tendría en el momento en el que luciría el vestido. Pero como los desafíos me encantan, me puse manos a la obra con muchísima ilusión. 



Aproveché el entorno donde se casaban para inspirarme: Trujillo, cuna de conquistadores y mezcla de culturas. 
Nada más ver el tejido negro y dorado, tan delicado y todo hecho a mano, me transportó a las historias de las mil y una noches. De ahí la vaporosidad y libertad que quise transmitir con el diseño que llevaba puesto, que te traslada a noches estrelladas donde los sueños se hacen realidad. 


Para no romper con la línea que había iniciado, escogí el color dorado igualmente para el vestido de mi hermana, pedrería hecha a mano y seda con gran caída, una combinación que daba luz a sus facciones y resaltaba el bronceado de su piel. Esta vez, me centré en elaborar un diseño acorde a su estado, que ocultara pero a su vez dejara patente el orgullo de una futura madre. El no saber cómo evolucionaría físicamente, supuso que tuviéramos que hacer las pruebas más cercanas a la fecha, pero según iban pasando los días, más satisfechas quedábamos con el resultado, un vestido con personalidad propia que seguía la inspiración que el entorno me brindaba.


El siguiente vestido, pareciera que rompe con los anteriores, pero nada más lejos de la realidad, el negro es hilo conductor en este caso. Esta vez, escogí una seda en color verde, símbolo de la esperanza, alegría y felicidad, que me combinaba a la perfección con la pedrería, hecha a mano, que había seleccionado para el diseño que llevaría la madre de la novia.
Gracias a la figura que tiene, resultó mucho más fácil diseñar un vestido que resaltara su personalidad alegre y optimista ante la vida. Ese día brillaba con luz propia.

Ha sido un reto y un orgullo el diseñar, entre otros, estos tres vestidos para ese día tan especial, gracias por haber confiado en mí en todo momento.

Por supuesto, el vestido de la novia, el secreto mejor guardado en una boda, os lo mostraré en cuanto tenga las fotos preparadas y la novia esté aquí. Su cara ese día, como no podía ser de otra forma, irradiaba felicidad. 
Ya os contaré más cosas en un post dedicado a ella, mi querida hermana pequeña, emociones a flor de piel. 

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